¿Te encuentras, a menudo, dándole vueltas a una problema sin llegar a ningún lugar?, ¿Pasas mucho tiempo pensando en ti mism@ y en cómo te sientes? ¿Te quedas atascad@ criticándote y juzgándote a ti mism@ por tus fallos o errores?, ¿Te preocupas a menudo por las cosas?, … Estas formas de pensamiento repetitivo son lo que llamamos rumiación.
La rumia consiste en dar vueltas y vueltas a los mismos pensamientos, quedando atascados en un bucle repetitivo y muy molesto.
¿Y por qué es importante reducir la rumiación? Dedica unos momento a reflexionar sobre los efectos que este tipo de pensamientos tienen sobre ti:
- ¿Te hacen sentir mejor o peor?
- ¿Se aumentan o se reducen tus niveles de energía?
- ¿Se aumentan o se reducen las posibilidades de continuar con tus planes y actividades?
La mayoría de personas encuentran que la rumia les hace sentir peor y reduce su motivación para hacer las cosas. De hecho, hay mucha evidencia científica de que la rumia es un factor importante que contribuye al riesgo de deprimirse y al mantenimiento de la depresión.
Un buen comienzo para lidiar con la rumia es saber un poco más acerca de ello. Aquí van algunos datos clave:
- La rumia es un proceso normal. Todos reflexionamos acerca de las cosas, de hecho, ante un problema es natural intentar resolverlo, pensando acerca de él para darle sentido. Sin embargo, este proceso se vuelve inútil cuando se prolonga demasiado y no se llega a ninguna solución.
- Pensar en los problemas o dificultades puede ser útil o inútil. El pensamiento útil tiene un buen equilibrio entre pensamiento y acción. Si hay demasiado pensamiento y este no lleva a la acción, entonces las personas se atascan y los problemas no se resuelven.
- Es más fácil entrar en rumiación cuando no nos hacemos las preguntas adecuadas, aquellas que no responden al problema. Por ejemplo, imagina que tu coche no arranca, las preguntas útiles pueden ser: ¿por qué puede ser? ¿cómo puedo arreglarlo?. Mientras que preguntas como: ¿Por qué me está pasando esto? sólo nos pueden llevar a dar vueltas acerca de nosotros mismos y no resuelven el problema.
- La rumia es un proceso aprendido y como tal, puede reemplazarse por un nuevo hábito más útil. Para ello, el primer paso será ser más consciente de cuándo aparece la rumia.
Mindfulness o atención consciente nos entrena para observar nuestros pensamientos, siendo una excelente práctica para darnos cuenta de cuándo estamos entrando en ese bucle inútil de rumiación.
¿Cómo se practica?
Cada vez que sientas que has entrado en un bucle de pensamiento, detente unos instantes y préstale toda tu atención.
- Toma conciencia de su presencia: «Aha!, estoy rumiando!»
- Ponle un nombre a ese pensamiento: «Esto es … un juicio, una crítica, una preocupación, un miedo, una fantasía, un recuerdo», …
- Suelta: Observa que el momento en el que eres consciente de tus pensamientos es el momento en el que los puedes soltar, ya no estás atrapado en ellos, has tomado distancia y ahora tú tienes el poder.
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